Dentistas para mascotas



Que no le extrañe más al lector la foto que acompaña a esta nota. Pues sí: se trata de un perro con brackets, paciente del doctor Gustavo Garrido, pionero de la odontología veterinaria en México, disciplina que en otros países ya es tan común como llevar a los hijos al par de revisiones dentales que se sugieren al año.

Según relata su propia historia, las raíces de la odontología se hallan en los etruscos, pero la especialidad en animales surgió en Austria hace apenas unas tres décadas, por lo que la novedad de esta práctica obliga a plantear la primera pregunta: ¿Por qué alguien querría llevar a su mascota al dentista? “Hay varias razones. Está el tipo de gente que le interesa la estética de su perro, sobre todo si éste participa en competencias caninas y se le fractura un diente, pues hay que repararlo para que se vea bonito”, refiere Garrido. “Pero hay una población que comprende que el dolor de muelas o los problemas dentales también lo sufren los animales. Ahora la gente sabe que si su mascota se rompe un diente es como si se lo hubiera roto una persona y que le duele con el frío, con el calor o cuando come, y que es un dolor constante”.

El buen trato a los animales, así como sus derechos, no son tema desconocido hoy en día, en especial para las generaciones más jóvenes.

En ese sentido, la duda que surge es: ¿Cómo darse cuenta de que un perro sufre de un problema dental? “Las personas lo pueden advertir cuando el animal disminuye la ingesta de alimentos o la toma de agua”.

Aunque el umbral de dolor de los animales es más alto (se podría decir que son más estoicos que el ser humano), “las consecuencias graves son las mismas. Si hay una fractura en donde la pulpa queda expuesta, la infección se puede ir a la cara y vienen los abscesos, problemas que se van a la cavidad nasal o a los ojos, y todo empieza por un problema dental”.

Mientras que en un humano los tratamientos dentales pueden durar hasta tres años, en un animal deben ser cortos, “máximo seis meses porque un aparato en el hocico los desespera”, dice Garrido. Pero estos pacientes no deben acudir a que se les ajusten los aparatos, sino que se instruye al propietario para que haga los movimientos, “por ejemplo, si hablamos de tornillos, el dueño debe apretarlos cada tres o cuatro días. Nosotros les enseñamos cómo hacerlo, primero con un modelo y luego con su mascota. Si es un aparato de resorte, se aprietan cada tres semanas, más o menos.

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