Mascotas famosas, más allá de sus dueños


Hoy se conmemora el Día del Animal. Un modo de homenaje es mencionar algunas de las celebridades, de ayer y hoy, que dan y encuentran apoyo y cariño en un compañero de ruta que algunos apelan como mascota.

Según el Diccionario de la Real Academia española , una de las acepciones de mascota es animal de compañía. Algunos podrán decir quién acompaña a quién cuando determinados personajes de las páginas rosas aparecen en público con un perrito en brazos.

Un malpensado también puede recordar a los asesores de imagen que aconsejan a los políticos que nunca aparezcan en un debate televisivo sin una lapicera entre sus dedos, por eso de no saber qué hacer con las manos. Con muchas divas aparenta suceder lo mismo.
En los últimos tiempos es una imagen recurrente ver a Paris Hilton con "perros accesorios", el más famoso es una chihuahua llamada Tinkerbell, ella misma toda una celebrity , con autobiografía propia y hasta víctima de un secuestro. La heredera de la cadena de hoteles es una fanática confesa de los pichichos tamaño mini, al punto de que además de tener otros más exactamente llegó confesar un total de 17-, ha lanzado una línea de ropa para canes cuyos beneficios, asegura, destina a entidades que rescatan y cuidan perros abandonados.

Marilyn, my dear. Marilyn Monroe también tuvo varios perros, entre los que destaca Hugo, el basset hound que compartía con Arthur Miller, con quien se quedó después del divorcio. Más tarde, ya sola, Frank Sinatra le regaló un caniche blanco, al que ella bautizó Maf, apocope de mafia, por las relaciones non sanctas que, se dice, La Voz tenía. A propósito, una frase de Marilyn viene al caso y explica en parte aspectos de su personalidad: "Los perros nunca me muerden. Sólo los humanos."

Entre nosotros, Susana Giménez también demostró su pasión por los perros, de hecho llegó a hacer localmente famosa a la raza yorkshire merced al recordado Jazmín. Aunque el honor de ser pionera en eso de ir a todos lados con su mascota le corresponde a Tita Merello, a quien no cuesta adosarle al chihuahua Corbata.

De esa misma raza era tanto el perrito que el músico español Xavier Cugat acostumbraba portar consigo mientras dirigía su orquesta, como Chiquita, a quien Madonna hizo aparecer en su videoclip Human Nature .

Aunque si de perros y música hablamos, no se puede dejar de mencionar Martha, My Dear , bella canción de The Beatles que Paul McCartney le dedicó a su perra pastor inglés.

¿Y a usted que le parece, doctor canino? Sigmund Freud también tuvo un perro, entre ellos varios chow chow. Su favorito, Jo-Fi, acostumbraba a participar de las sesiones de psicoanálisis. Freud llegó a admitir que a menudo tomaba en cuenta el comportamiento de Jo-Fi para una evaluación del estado mental de sus pacientes, en quienes la presencia del perro parecía tener una influencia calmante, especialmente en los niños.

Primeros perros (y gatos). Una institución son los perros de otra institución, la Casa Blanca, de los que hay un largo listado, y a los que incluso se llama First Dog (Primer Perro). Sin embargo, si de históricos en importancia hablamos, debemos remontarnos a Abraham Lincoln. Antes de ir a Washington a asumir su cargo, en 1861, el Honesto Abe -como se lo nomina en su país- tenía un perro llamado Fido, nombre que es diminutivo de Fidelis, fiel en latín. Lincoln lo dejó en su tierra natal, pero Fido, sin embargo, ha pasado a la historia ya que diversas fuentes lo mencionan como el primer First Dog en ser fotografiado.

Por su parte, más acá en el tiempo, el ex presidente norteamericano Bill Clinton tuvo un gato. Mejor dicho fue su hija, Chelsea, quien adoptó a uno callejero al que apodó Socks (zoquetes) aún antes de que su padre tomara el cargo. Socks, muy famoso durante el primer mandato de Clinton, recibía gran cantidad de cartas de niños, algunas de las cuales Hillary, la entonces Primera Dama, reunió en un libro.

Otra mascota presidencial, que se hizo conocida por morder a un periodista, fue Barney, el terrier español de George W. Bush y actualmente, se los suele ver a Barack Obama y familia paseando a Bo, su perro de agua portugués.

Entre nuestros mandatorios, posiblemente la foto que más perdura es la de Juan Domingo Perón acompañado de sus perritos, preferentemente caniches enanos. Hay varias imágenes de ellos junto a él y a Eva. Años más tarde, en su mansión madrileña de Puerta de Hierro, Perón volvería aparecer junto a sus mascotas, referencia que el maestro Landrú no obviaba cuando lo dibujaba por esos años.

Felinos flemáticos. Curiosamente, en otro de los edificios donde se cuece el guiso planetario, 10 Downing Street, residencia oficial y oficina de trabajo del primer ministro británico, lo que se acostumbra llevar son los gatos, que hasta tienen una dependencia especial.

Winston Churchill, varias veces primer ministro, era un amante de los felinos. Ya en su retiro, y en los últimos años de su vida, supo tener en su mansión de Chartwell a Jock, un gato de color naranja con pecho y patas blancos, que lo sobrevivió cuando falleció, en 1965. Esa mansión pasó a ser parte del patrimonio histórico británico y desde entonces, por pedido de la familia Churchill, siempre hay en ella un gato del mismo aspecto, hoy llamado Jock IV.

Ana Frank, en su famoso diario, menciona varios gatos que tuvieron que ver con sus días de reclusión: Moortje, que quedó con los vecinos de la casa familiar; Tommy y Boche (despectivamente, alemán), encontrados en el lugar de escondite; y Mouschi, traído por los amigos de los Frank al ático de la casa de Princenstracht, en Amsterdam.

Otro cantar es el homenaje a los amantes de los gatos en todo el mundo que Freddie Mercury realizó con su disco solista, Mr. Bad Guy.

Un caso aparte es la relación entre escritores y felinos. Fue Osvaldo Soriano el que aseguró que un escritor sin gato es como un ciego sin perro lazarillo. Él mismo registró literariamente su propia relación, por ejemplo con su gato del exilio, Vení.

Edgar Allan Poe se inspiró para el cuento El gato negro en Catarina, quien acostumbraba a sentarse en su hombro cuando él escribía. Mark Twain tuvo muchos; Julio Cortázar llamo al suyo Theodor W. Adorno, en homenaje al filósofo y sociólogo alemán; y, por supuesto, es famoso Beppo, el gato blanco de Jorge Luis Borges, a quien le dedicó un poema.

Pero el que se lleva las palmas es Ernest Hemingway, en cuya casa de Key West llegó a tener un centenar, de los cuales cerca de la mitad tenían un trastorno genético llamado polidactilia, que puede darse en los humanos también y que se verifica por la portación de seis dedos. La pasión por este tipo de gatos le nació en 1930, cuando le regalaron a Snowball (bola de nieve), que tenía esa particularidad. Desde la muerte del escritor, en 1961, su casa se ha convertido en museo y refugio de más de 60 gatos, muchos descendientes, polidactálicos también, de aquellos.

No faltan en esta lista pintores como Paul Klee, Edouard Manet, o especialmente Auguste Renoir, al que análisis posteriores de sus cuadros han descubierto pelos de gatos. Otro artista de la línea y el color, este del comic, como Robert Crumb se basó en su gato Fred para alumbrar a un personaje clásico de las historietas, Fritz.

Casi un zoo. Pero, claro, no todo es perros y gatos, aunque, bueno, cercanos a este último grupo están Mike Tyson con sus dos tigres albinos, y la vedete y cantante francesa Josephine Baker -la Venus de Ébano-, muy famosa en la primera mitad del siglo XX, que tenía un guepardo, el animal terrestre más veloz.

Otro componente de la miscelánea animal era Wolfgang Amadeus Mozart, que enseñaba a su estornino preferido ciertas piezas que componía.

Cómo no citar aquí, por supuesto, a Max, el cerdo vietnamita de George Clooney, quien llegó a deprimirse como cualquiera con la muerte de su querida mascota después de 19 años de convivencia.

A la actriz mexicana Salma Hayek, por su parte, le van los monos, tiene una pareja, llamados Carolina y? Mariachi.

Otro escritor famoso, Truman Capote, también acostumbraba a tener mascotas. Cierta vez escribió, en un relato titulado Lola , sobre la relación que lo unió a un cuervo que, según sus propias palabras "no sabía que era un pájaro, creía que era un perro" al criarse entre ellos.

Nuestra Coca, la diva erótica de sudámerica, Isabel Sarli, siempre ha sido conocida por su predilección por los bichos, desde perro y gatos, pasando por tortugas, hasta loros y papagayos.

Otro conocido por su inclinación por lo exótico es el cantante Alice Cooper, padre del heavy metal. Es célebre en el escenario por su número con una serpiente, que a lo largo de los años han sido boas y pitones. Sin embargo, alguna vez contó que domésticamente tiene un lagarto conocido como monstruo de Gila, de mordida venenosa y en peligro de extinción. Una mesa vidriada de su living sirve como tapa del cubículo donde vive el animal. Entre otras cosas, a Alice le gusta tenerlo sobre todo allí, porque "es un maravilloso tema de conversación para una ronda de café".

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